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Plataforma permite reducir brechas de información de eficiencia energética

Por James McPhee Torres, Vicedecano FCFM

Director CAPTA

Las condiciones hidrometeorológicas imperantes en una parte significativa del territorio nacional han situado la disponibilidad de agua, como pocas veces, en el centro del debate y atención pública.

Con precipitaciones durante 10 años bajo el promedio histórico, se agrega el hecho de que la mega sequía de Chile central (2010 a la fecha) contiene dos de los años más secos de los que se tenga registro (2019 y 2021). El sentido de urgencia producido por esta condición climática permea la discusión pública, donde se debaten proyectos de ley de protección de glaciares, modificaciones al Código de Aguas y la Constitución.

Muchas (pero no todas) de las temáticas en discusión actualmente corresponden a desafíos que, en Chile, han sido discutidos durante al menos tres décadas por la comunidad técnica en recursos hídricos. Hoy, como ocurre en otros ámbitos, estos desafíos se ven exacerbados por la crisis climática y por un nuevo contexto social. Algunos de los principales desafíos que persisten en el tiempo y que como comunidad debemos abordar, incluyen:

Desafíos de información. A pesar de enormes avances en la disponibilidad de sensores, tecnologías de transmisión, almacenamiento, procesamiento y gestión de datos, se mantiene una sensación de falta de información al momento de tomar decisiones y lograr acuerdos entre actores en materia de recursos hídricos y medio ambiente. En alguna medida, esta dificultad radica en desbalances respecto al acceso a la información, a las diferencias en competencias técnicas, y -en general- a una gran brecha en la interoperabilidad de redes de monitoreo y bases de datos, que resulta en sistemas fragmentados y en desafíos de legitimidad de la información disponible. Se requiere, en esta materia, un impulso decidido hacia la mayor digitalización posible de la gestión de los recursos hídricos, hacia redes de monitoreo colaborativas, interoperables y donde la información levantada por actores públicos y privados sea sometida a procesos transparentes de control de calidad, de manera que sea aceptada por el conjunto más transversal posible de actores del sistema.

Desafíos de conocimiento. En diferentes contextos climáticos y sociales a lo largo de Chile, conflictos asociados al agua surgen por las diferentes concepciones que distintos actores sostienen respecto al funcionamiento de sistemas socio-eco-hidrológicos. No solamente vemos diferencias de valoración, sino que también vacíos de conocimiento que abarcan componentes fundamentales, tales como las tasas de recarga de acuíferos sedimentarios y fracturados, los grados de interconexión entre aguas subterráneas y superficiales, la magnitud de la precipitación en zonas remotas, particularmente de montaña, y la interacción entre clima, hidrología y vegetación en un clima cambiante. Si agregamos la componente de calidad de aguas, vemos que aún es muy difícil, si no imposible, predecir con precisión las condiciones de disponibilidad y calidad de recursos hídricos, incluso en horizontes relativamente cercanos de tiempo, lo que dificulta aún más la toma de decisiones y la obtención de acuerdos entre actores de los sistemas.

En relación a la obtención de acuerdos, constatamos que la irrupción de la componente medioambiental en la discusión pública tensiona los arreglos institucionales tradicionales en materia de aguas, por cuanto introduce nuevos objetivos (la función ambiental), nuevos criterios, y nuevos actores interesados (stakeholders) que participan del sistema de maneras diferentes, no necesariamente bien ajustadas al ordenamiento jurídico y administrativo existente. Asimismo, la introducción de nuevas tecnologías para la reutilización de aguas, la gestión sostenible de eventos extremos, y el uso de nuevas fuentes de agua, conllevan desafíos administrativos que es necesario abordar para permitir su adopción generalizada.

En resumen, vemos que, para avanzar hacia un estadio de gestión sostenible de recursos hídricos, debemos resolver brechas científicas, tecnológicas y de gobernanza, lo que necesariamente requiere el concurso de múltiples disciplinas y voluntad de parte de diversos actores, que deben encontrar espacios de propósito común y objetivos compartidos. Creo firmemente que, con innovación, es decir, buscando nuevas respuestas para problemas de larga data, es posible abordar este desafío.

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